La escuela inconclusa Fuente Diario La Naciòn
El dato de que hay un 14% de alumnos de la enseñanza media que no la concluye aunque deba solo una o dos materias indica una tendencia preocupante.
En principio, resulta insensata la conducta de
los alumnos que proceden de ese modo. Si se la analiza, se puede reconocer que
no se trata de un hecho aislado ni antes desconocido. Al contrario. Lo que
llama la atención de manera justificada es el aumento de esos casos que se ha
verificado en los últimos años. De ahí que en las escuelas se han implementado
cursos de preparación y se establecen nuevos días de examen, a fin de crear
mejores condiciones para que los alumnos puedan superar las pruebas finales. A
ese loable propósito contribuyen los Centros de Orientación y Apoyo en la
provincia bonaerense y el Programa Terminalidad en la ciudad de Buenos Aires,
en el cual pueden incorporarse alumnos que arrastran materias pendientes desde
una década atrás. Al mismo objetivo responde el spot publicitario "Ponele
título a tu secundario", que, con el auspicio ministerial, se ha difundido
tanto por radio como por televisión.
El problema no es simple. La oportunidad de
aprender es un derecho, pero como contrapartida genera el deber de superar las
demandas del estudio que, si se dejan de cumplir, impiden los pasos
subsiguientes para acceder a un proyecto profesional superior o a un puesto de
trabajo, pues el título es indispensable para ello; de lo contrario, el
esfuerzo de cinco años concluye en frustración.
Esa negación a completar el nivel medio suele
encubrir algo más que una obstinación o la sugestión de comportamientos que se
imitan. A menudo esa ingrata decisión es el fruto de interacciones conflictivas
entre alumno, familia y docentes, cuestión que reclama ser analizada en los casos
concretos.
No se agotan ahí las causas probables del
problema, ya que pueden influir diversos procesos del desarrollo personal que
se enmascaran con el argumento de que, en realidad, el título no es necesario,
o no siempre lo es, o que se rendirá cuando lo decida el joven alumno. Se
trata, como puede advertirse con facilidad, de afirmaciones voluntaristas con
las cuales se pretende ganar en autonomía.
Teniendo esto importancia, lo cierto es que, en
el fondo, la clave del grave problema se relaciona con la motivación, el
dinamismo propio del sujeto, que lo mueve desde adentro, a diferencia de los
estímulos o incentivos externos. Es decir, la motivación sentida es la que
decide por la negación o la afirmación de una conducta y le confiere el
protagonismo deseado al estudiante.
Por lo
tanto, siendo acertado alentar, ofrecer mejores opciones y facilitar la
preparación, el quid de la cuestión reside en saber motivar, tanto para superar
pruebas, enfrentar dificultades o encarar un objetivo en la vida..
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