Bienvenidos a una muestra de fotografía. Aquí, las artistas Andy Cherniavsky, Nora Lezano e Hilda Lizarazu se han unido porque en algún momento de su carrera eligieron a Charly García como el protagonista de sus imágenes.
La idea de la exposición es indagar en los testimonios y las representaciones simbólicas que han construido durante su tiempo con él. Es decir, ver el Charly que ellas vieron, o más bien, el que quisieron ver. En definitiva, se trata de entrar a la composición, al recorte, a la fragmentación de su sensibilidad.
Pero no hay que confundir mapa con territorio, y sería un error creer que estas fotos reflejan la vida –o las vidas– del inconmensurable Charly García. La representación de la historia “verdadera” se desplaza aquí en pos del recorrido subjetivo de la mirada. Y debemos sentirnos privilegiados de transitar este recorrido. Fue realizado por artistas que comparten un cuerpo de obra poderoso y sin fisuras; que desaceleran el tiempo real y nos dejan permanecer en lo ya no existe: en el momento retratado.
Cherniavsky, Lezano y Lizarazu rehuyeron del camino fácil, el de usar la transgresión como centro de atención, como motivo de asombro. Su visión se entrama con elementos más sutiles, más profundos, que forman parte de la identidad de García. El sensacionalismo no forma parte del discurso plástico. Y lo que está en juego aquí es el concepto mismo de “normalidad”.
Si uno pudiera hacer la difícil tarea de abstraerse del personaje histórico, podría entender más cabalmente y sorprenderse de la propuesta artística que hay en cada imagen; de la idea que destila cada captura; de las construcciones tangibles e intangibles que nos sugieren. Les propongo, entonces, mirar con tranquilidad. Hacer foco en lo principal, sí, pero también en los detalles. Es ahí donde las obras empiezan a completarse como si fuese un guiño, como marcas de un camino a recorrer. De fondo, el planteo es formal: fotos enmarcadas y despojadas de toda visión escenográfica temática. No hay artificios. Maravillosa y afortunadamente, todo sucede dentro de estas doscientas fotografías.
Para el diseño de la planta hemos decidido proponer un recorrido circular, cerrando los distintos rincones que ofrece el Palais de Glace, e incorporando un centro que busca generar una especie de sin fin que rechaza toda cronología. La secuencia dialoga con cierta idea del rock, donde lo único que importaría es el instante.
Desde una perspectiva no romántica, el ciclo de vida no funciona así. Los días se van encadenando, construyendo la memoria de lo que sucedió. Un pasado que ahora devolvemos al presente para seguir nutriéndonos de la maravillosa creatividad de los artistas de los dos lados del mostrador. Algunos hacen clic y otros dicen whisky. A todos ellos les decimos: gracias.
Elio Kapszuk
Curador
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