EL FISCAL HA MUERTO.
Cuando tuvimos los atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA nos familiarizamos con la noción de onda expansiva. Las bombas tenían un efecto que agrandaba el radio de destrucción. Morían personas que estaban en los departamentos de enfrente a causa de la onda expansiva del estallido.
Desde la madrugada de ayer, con la muerte del fiscal Nisman, se instala una onda expansiva de estupor y peligro real. Una amenaza siniestra por el alcance masivo de semejante muerte. Todo el país está confundido y asustado. Todo el país está en shock. Esto no va a ser gratuito porque a partir de ayer el estado de frustración por la mala situación general quedó subordinado a algo peor: al miedo y a la soberbia que destila la impunidad en mi país. Se siente como un espantoso corte de manga que no se puede explicar. Eso es imperdonable. Eso es tan grave y dañino como la instancia tan trágica de que Nisman esté muerto. Mis condolencias a su familia, a sus hijas, a su equipo de colaboradores. Y mi pesar por la vida trunca de un hombre joven.
El clima está creado.
Quién y cómo fue lo determinará la Justicia; consecuencia de qué fue, lo puedo decir yo: hicieron de los servicios de inteligencia, servicios de Gobierno; desprestigiaron a la Justicia y persiguieron a cuanto funcionario judicial, periodista o dirigente político los investigó. Quién fue, no lo sé, quién provocó este escenario lamentable, sí lo sé: el terreno de conflicto y enfrentamiento que creó el Gobierno.
Las democracias mueren de impunidad.
Por eso exijo que las escuchas de Nisman se preserven y que salgan a la luz. Si hace falta con una Comisión de Fiscales creada por la Procuraduría de La Nación.
Queremos al Gobierno en pleno a disposición de la Justicia, por todas absolutamente todas las acusaciones que pesan sobre cada uno de los funcionarios, desde la Presidenta y sus ministros hasta su aliados pintorescos llámense D'Elia o Báez, pasando por Boudou y los hermanos Zacarías.
Queremos al Ejecutivo en el Congreso atendiendo cada una de las preguntas que tenemos y debemos hacerle sobre el Memorándum con Irán y el caso Nisman que se desprende ahora, y queremos que nos den las explicaciones pertinentes.
Está en juego la resolución de la muerte sospechosa más relevante desde el regreso de la democracia.
El año pasado el Gobierno instrumentó cuanta artimaña pudo para destituir a Campagnoli, un fiscal que lo ponía en aprietos, Este principio de año soportábamos el embate de la Procuradora General con su caza de brujas en las fiscalías. Este epílogo era impensable.
La muerte de Nisman nos heló la sangre. Pero tengo una edad, un camino recorrido y un lugar en la sociedad que me permiten decir, a esta altura, que lo que me parece que es: es. Es lo que me da más fuerzas para seguir como político y como argentino.
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